Durante 400 kms. de viaje en automóvil por las carreteras de la patagonia argentina, vine elaborando lo que pretendía llamar el "síndrome del empleado público", pero he aquí que esta patología ya fue descubierta antes, según me entero hace unos minutos mientras buscaba material para elaborar este escrito!! Al menos ahora sí tengo la seguridad que ciertos comportamientos que he observado a lo largo del tiempo en personas que ocupan ciertos cargos no es casual, siempre dejando a salvo las honrosa excepciones, por supuesto.
Precisamente según el diccionario de la Real Academia Española, síndrome es, en una de sus asepciones un conjunto de fenómenos que caracterizan una situación determinada, en este caso los empleados públicos sería pasibles de sufrir apatía, desinterés, angustia, miedo a perder la estabilidad laboral. Si les interesa el tema, la web está llena de información, pero vayamos a la experiencia generadora:
Viajé 400 kms. por indiciación de un empleado público en busca de un simple documento, ya que, según él, era el único modo de obtenerlo. Después de varios llamados telefónicos y una entrevista personal, el buen hombre me aseguró que otra forma no existía, ni siquiera en la era de las comunicaciones de obtener aquél documento, debía viajar, pero me estarían esperando.
Que puedo decirles? todo sea por el cliente.
Me levanté a las 5 de la mañana y a las 9 estaba en destino. Me anuncié en la repartición pública y al momento estuve ante quien me esperaba: otro empleado público, el Nro 1 de una larga serie que vería aquél día. Resulta que, al mejor estilo de los sketchs de Gasalla (conocido cómico argentino), el empleado público Nro.1 al parecer "no tenía incumbencia" en mi asunto y me envió con el Nro. 2 quien "no podia resolverme nada" y fui acompañada por un ordenanza a ver al Nro. 3, quien "no estaba facultado" y termine en la oficina del Nro. 4 que me daría el documento que buscaba pero no me lo dio porque el Nro. 5 no queria firmar.
A 9 horas de haber salido de mi casa en busca del documento, y considerando que todos, menos el empleado público que me indicó que hiciera el viaje, claro, estaban de acuerdo en que no podían darme el documento, les pedí que me pusieran tal negativa por escrito, y así fue como llegue finalmente a la oficina del empleado público Nro. 5, que ostentaba su lustroso cargo de "Coordinador".
Que se imaginan que hizo?
a) me invitó a pasar a su oficina y me pidió disculpas por haberme hecho viajar?,
b) trató de analizar conmigo como resolver el problema?,
c) ya tenia el escrito con constancia de la negativa listo y me lo entregó con una sonrisa?
NOOOOOOOOOOO: Me dijo que redactarme la constancia de que no me daría el documento en cuestión era perder "su" tiempo. Bueno -le dije yo- entonces entrégueme el documento y así no tendrá que escribir ninguna constancia-. Supongo que el síndorme debe incluir entre sus síntomas la falta absoluta de sentido del humor... Tampoco entendió cuando le dije que el único tiempo que se estaba perdiendo era el mío.
Más allá de la mañana perdida subiendo y bajando escaleras, probando la comodidad de múltiples sillas de oficina, comprobando el asinamiento en el que trabajan muchos empleados públicos, he llegado a la conclusión que por alguna extraña razón, posiblemente producto de este mal, han olvidado que "su" tiempo es "nuestro" tiempo, que somos quienes, al fin y al cabo, justificamos la existencia de sus puestos, creados supuestamente para servir a los administrados: nada más y nada menos que cada uno de nosotros, todos los habitantes de este pais.-
La solución sería contratar psicólogos para tratar a nuestros empleados, pero algo me preocupa ... estarán a salvo los "psicólogos públicos" de contraer el síndrome que van a tratar??